Me impactó cuando la enfermera dijo que me crecería rizado y canoso. No entendí la relación entre quimioterapia y pelo rizado. Ante mi sorpresa dijo que cuánto más me hidratara el cuero cabelludo menos rizado me saldría. No sé si será por eso o no que mi cabello ha crecido liso, tal y como lo tenía. Me ha gustado este proceso de quedarme calva y luego ver crecer mi cabello. Sí, ahora puedo decir que me ha gustado.
Soñé con pelucas azules y hasta
me compré una en el chino. Me probé una peluca afro de verdad y constaté lo
bien que me sentaba. Me corté la trenza, que aún conservo por si hago algo con
ella. Me vi a lo Sinéad O´Connor y me gusté. Era comodísimo ducharme sin
cabello que lavar. Practiqué el arte de llevar pañuelos, gorros, pamelas… que
siempre me gustó y cuyos intentos con mi voluminosa cabellera habían sido
fallidos. Aproveché la tesitura para disfrazarme de Blas en carnavales con mi
hijo que era Epi. Observé la forma de mi cabeza durante meses. Vi cómo
se formaba una mancha oscura rugosa en ella parecida a la de mi padre. Me sorprendía
de mí misma cada vez que me veía reflejada en algún espejo o ventana.
Luego, cuando empezó a crecer,
también lo disfruté y sigo haciéndolo. Acariciaba y dejaba que me
acariciaran mi afelpudada cabeza. Me puse horquillas, gomas y diademas cuando
me empezó a crecer sin forma para darle la mía propia creando así cada día una
obra de arte en mi cabeza. Seguí llevando gorras y gorros que todavía podía
manejar con mi poco cabello. Soñé con pintarme una flor como había visto en una
revista de moda. Vi aparecer mi diluvio de canas que confirmaba el segundo
vaticinio de la enfermera. Me gustó el color plateado emulsionado que fue
adquiriendo. Y ahora, a un mes de ir por primera vez a la peluquería después de
mucho tiempo, puedo decir que mi cabello tiene personalidad propia. Que cada
día amanece de una forma según la postura en la que haya dormido, el tiempo
meteorológico, si me lo lavo o no, el champú que utilice, el agua, mi estado
anímico… etc.
Mi prima que me vio en un video me dijo que le gustaba mi nuevo corte de pelo. Luego le expliqué que no me lo había cortado. Una amiga el otro día, igual, que le gustaba como lo tenía, a capas.
Con esta perorata lo que quiero
decir es que he descubierto que, si no manipulo mucho mi pelo (cepillar, lavar todos los días, cortar...), aparece diferente cada
día según las circunstancias que le rodeen y que me gusta esa variedad y
espontaneidad.