Cada uno hace su vida, decía Henry David Thoreau en Walden y muchas personas lo han demostrado. Sin embargo, el otro día en una conversación sobre trabajo oí que “las mujeres ahora no tienen más remedio que trabajar porque con un sueldo no se paga los gastos de una familia”. Por un momento pensé que ese “no tienen más remedio que trabajar” significaba que no pueden hacer la vida que quieren, que su vida viene dictada por unas circunstancias externas en las que no cabe la autoría. Pero más tarde, volviendo sobre este asunto, me di cuenta de que también así estás creando tu vida. Que en realidad estás eligiendo, aunque parezca lo contrario. Estás eligiendo trabajar porque antes, a lo mejor, has elegido “prepararte” (lo entrecomillo porque no creo en el sistema educativo como medio para ello), aunque en muchos casos te hayan empujado a hacerlo. Puede que elijas trabajar porque quieras rentabilizar los años de estudio. Trabajas porque, quizás, quieres vivir independiente. Trabajas porque quieres tener un coche, quizás. Trabajas, quizás, porque quieres comprarte cada temporada o acontecimiento un modelo de ropa nuevo. Trabajas porque quieres, quizás, comer entrecot o percebes todos los días. Trabajas porque quieres ir todos los meses a la peluquería y hacerte las uñas cada x tiempo, quizás. Trabajas porque quieres dar a tus hijos experiencias que son de pago (colegio, ocio..), quizás. Trabajas porque necesitas pagar las extraescolares a tus hijos, a quienes no tienes más remedio que ocupar el tiempo que trabajas porque si no, no sabes qué hacer con ellos… Trabajas porque, quizás, quieres gastarte en vacaciones todo lo que ganas trabajando para tu jefe o el Estado. Trabajas porque prefieres trabajar a estar con tus hijos, quizás. Trabajas porque te gusta hacerlo.
En el mundo que yo conozco pienso que vivimos eligiendo, que
elegimos desde que nos levantamos hasta que nos acostamos y por tanto todo es
cuestión de prioridades. Si en el ejemplo puesto nos paráramos a pensar en
todos los quizases, quizás nos daríamos cuenta de que se puede vivir con mucho
menos de lo que creemos. Que puedes vivir en una casa más pequeña, en casa de
tus padres o bajo un puente. Que no tienes por qué estrenar modelo cada temporada o incluso puedes aprender a hacer tu propia ropa. Que puedes dejar tu cabello que
crezca libremente y/o cortártelo tú misma. Que puedes comer alimentos más
económicos y que te aporten lo mismo nutricionalmente. También puedes elegir la cantidad de tiempo que quieres trabajar. Además, a lo mejor te das cuenta de que
así puedes tener tiempo para hacer aquello que nunca pudiste hacer porque
siempre te dictaron lo que debías hacer, tiempo para construir un hogar, tiempo
para comprar con conciencia, tiempo para caminar, tiempo para criar y estar con
tus hijos… Y todo esto no se vende en ningún sitio. El tiempo es irremplazable,
mientras que cualquier cosa que compremos con dinero sí. Ahora bien, es una
elección como otra cualquiera preferir dinero a tiempo, pero eso no quiere
decir que las circunstancias elijan por nosotros. Eso quiere decir que
tienes prioridades y que hoy puedes
elegir sin que te señalen por la calle como antiguamente a las mujeres que
trabajaban.
No hay comentarios:
Publicar un comentario