La primera canción que cantó
Romeo con letra fue la de Conejo Pepito que repetíamos en yoga para calmar a los bebés. Le recuerdo entusiasmado con aquella canción,
diciendo “onejo” y “abazrar”. Fue el inicio de un camino. Cantar es una de las
cosas que más le gusta. Nada más nacer, la yaya nos regaló un cancionero que
ella escribe a todos los nietos. Todavía no me he aprendido ninguna canción
entera. Cuando Romeo era bebé andaba con un libro y cd de nanas bajo el brazo porque
me parecía muy bonito eso de cantarle nanas para dormir, pero apenas una
estrofa pude retener. Empecé a recordar canciones de mi infancia leyendo libros
de juegos. La abuela también fue recordándonos algunas. Unos amigos nos
regalaron un cd con canciones de Rosa León que ha sido como un talismán en
todos los viajes. También la tía Clara nos grabó muchas canciones infantiles en
un pendrive. La tía Amaya le regaló un cd-libro que se sabe ya de memoria. ¡Lo
que disfruta escuchándolo! Cada canción en el mundo de Romeo tiene un nombre:
la del Ayoyo, la de la abuela, la de papá… según quien se la haya cantado más
veces. Ahora también ha empezado a tararear en inglés una del cd de Amélie. Además Romeo y yo nos inventamos canciones que hablan de
nosotros. Por último, se me ocurre comentar que he cogido la costumbre de
transformar sus “reafirmaciones del yo” o “crisis de crecimiento” en canciones.
Así cuando repite mucho una palabra de algo que quiere y su mamá cree que no se
puede, la repito como él pero cantando y mágicamente todo cambia, todo se
transforma que diría Drexler.
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