Fue el 27-9-12. Tengo una amiga
que trabaja en una clínica veterinaria y un día le ofrecí un intercambio: entradas de
cine por una visita al veterinario con mi hijo. Me encanta el trueque. No sé si
Romeo entendía dónde íbamos. Yo se lo había explicado, pero él con dos años
recién cumplidos, no parecía entusiasmarse por lo que veía. Le presenté a mi
amiga y bajamos a ver a los animales malitos, sobre todo perros y gatos. Sólo
vimos los menos malitos, que me dijo mi amiga que los otros era mejor que no
los viera. En brazos de mamá señalaba lo que veía, pero su cara no era de
entusiasmo ni sorpresa, con lo que la visita fue muy breve. Como breve ha sido
esta entrada, pero me apetecía escribirla por mi amiga, para ella, y más hoy
que me la he encontrado en el metro después de meses sin verla. La magia de la
vida.
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