jueves, 28 de julio de 2016

Ombligo

Ombligo.
Texto: Genichiro Yagyu.
Ilustraciones: Genichiro Yagyu.
Media Vaca Editorial.
Pinto (Madrid), 2008.

Me encanta la presentación de Genichiro Yagyu que aparece en la guarda: “el autor de los seis libros pertenecientes a la serie «El mapa de mi cuerpo», nació en noviembre de 1943 en Japón, en un pueblo de la prefectura de Mie cercano al mar. De niño tenía mala vista y llevaba unas gafas redondas de montura blanca que parecían rodajas de nabos, por lo que en el colegio le llamaban «gafas de nabo». Esto le dio que pensar durante algún tiempo. Cuando dejó de darle importancia, empezó a preocuparse por sus nalgas regordetas, y más tarde por sus agujeros de la nariz (que todavía hoy son grandes y redondos). Después de tanto mirarse y de mirar a los demás, era natural que acabara haciendo estos libros para conocer un poco mejor nuestro cuerpo y comprender su funcionamiento”.
Ya en la portada aparecen las primeras líneas del texto para meternos de lleno en él. Tres voces con tres grafías distintas van dando forma al interrogante del título sobre qué es el ombligo. Me gusta esta combinación, así como la de los colores (cinco como mucho) de las expresivas y esquemáticas ilustraciones. Texto e ilustraciones se entrelazan para que el ojo viaje por toda la página.
También la guarda posterior tiene contenido, que es donde se resuelve una pregunta, que se había dejado sin contestar, de las muchas que aparecen a lo largo del libro.
En la primera mitad se mezcla la mitología japonesa basada en la historia de Raijin, dios del trueno y del relámpago, que tiene forma de demonio con unas garras muy largas y tiene un gusto culinario muy poco común: se come los ombligos de los humanos. Hoy en día cuando hay tormenta muchos niños japoneses se tapan el ombligo con sus manos. Los truenos los produce tocando los “taikos”, tambores japoneses, que le rodean. Con las preguntas y respuestas que se hacen los niños sobre qué es y para qué sirve un ombligo: “Creo que el ombligo es lo que queda del cordón que nos unía a nuestra madre para que no nos perdiéramos dentro de su tripa”. En la segunda mitad aparecen las explicaciones acerca de esta parte del cuerpo sobre la que alguna vez es posible nos hayamos preguntado, al igual que ocurre con las demás partes que componen los títulos de la colección entera.  
Romeo (5 años): Mira qué boca y qué ojos tan graciosos. (Página 24).


Para curiosos: Me lo ha prestado una amiga de la biblioteca de su hijo a cambio de otros tres cuentos más de la misma colección.


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