Ombligo.
Texto: Genichiro
Yagyu.
Ilustraciones:
Genichiro Yagyu.
Media Vaca Editorial.
Pinto (Madrid), 2008.
Me encanta la presentación de Genichiro
Yagyu que aparece en la guarda: “el autor de los seis libros pertenecientes a
la serie «El mapa de mi cuerpo», nació en noviembre de 1943 en Japón, en un
pueblo de la prefectura de Mie cercano al mar. De niño tenía mala vista y
llevaba unas gafas redondas de montura blanca que parecían rodajas de nabos,
por lo que en el colegio le llamaban «gafas de nabo». Esto le dio que pensar
durante algún tiempo. Cuando dejó de darle importancia, empezó a preocuparse
por sus nalgas regordetas, y más tarde por sus agujeros de la nariz (que
todavía hoy son grandes y redondos). Después de tanto mirarse y de mirar a los demás,
era natural que acabara haciendo estos libros para conocer un poco mejor
nuestro cuerpo y comprender su funcionamiento”.
Ya en la portada aparecen las
primeras líneas del texto para meternos de lleno en él. Tres voces con tres grafías
distintas van dando forma al interrogante del título sobre qué es el ombligo.
Me gusta esta combinación, así como la de los colores (cinco como mucho) de las
expresivas y esquemáticas ilustraciones. Texto e ilustraciones se entrelazan
para que el ojo viaje por toda la página.
También la guarda posterior tiene
contenido, que es donde se resuelve una pregunta, que se había dejado sin
contestar, de las muchas que aparecen a lo largo del libro.
En la primera mitad se
mezcla la mitología japonesa basada en la historia de Raijin, dios del trueno y del relámpago, que tiene
forma de demonio con unas garras muy largas y tiene un gusto culinario muy poco
común: se come los ombligos de los humanos. Hoy en día cuando hay tormenta
muchos niños japoneses se tapan el ombligo con sus manos. Los truenos los produce
tocando los “taikos”, tambores japoneses, que le rodean. Con las preguntas y
respuestas que se hacen los niños sobre qué es y para qué sirve un ombligo:
“Creo que el ombligo es lo que queda del cordón que nos unía a nuestra madre
para que no nos perdiéramos dentro de su tripa”. En la segunda mitad aparecen las explicaciones acerca de esta parte del cuerpo sobre la que alguna
vez es posible nos hayamos preguntado, al igual que ocurre con las demás partes que
componen los títulos de la colección entera.
Romeo (5 años): Mira qué boca y
qué ojos tan graciosos. (Página 24).
Para curiosos: Me lo ha prestado
una amiga de la biblioteca de su hijo a cambio de otros tres cuentos más de la
misma colección.
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