jueves, 26 de octubre de 2017

Romeo pasa un fin de semana con los abuelos



Fue en Diciembre de 2014. Tenía cuatro años y unos meses. Era su primer fin de semana fuera de casa. Carlos y yo nos fuimos de viaje de “novios” a Granada, destino de nuestro primer viaje de novios. Recuerdo que hablamos por teléfono con él y notamos su voz cambiada, más grave, como de más mayor. Recuerdo que todo fue perfecto tanto para nosotros como para él, como para los abuelos. Todos quedamos contentos y satisfechos de ese fin de semana.
 Después ha habido tres ocasiones más en las que Carlos y yo hemos viajado a distintos sitios, una vez a nuestra propia casa. Otra vez fue una semana entera la que se quedó con los abuelos. Le llevaban al colegio, comían con “dulce que no sea fruta” de postre, cenaban sopita de la abuela, dibujaban, encuadernaban, veían la tele, iban al centro comercial, bajaban al parque…  A Romeo le encanta vivir en casa de los abuelos. La casa de los relojes, de los flanes y natillas, de los dibujos animados, de la piscina. Una vez al año Romeo vive con los abuelos, un “plan verdadero”.

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