“Que no toque el fondo de la
nevera, por favor, que luego no enfría bien”. Mi madre A me ha repetido esto
hasta la saciedad: que no metiera las cosas de la nevera muy al fondo, porque
si tocaban la pared de la nevera, ésta no enfriaba bien. Es algo que nunca he
llegado a entender: qué tendrá que ver una cosa (fondo de la nevera) con la
otra (enfriar bien). Ahora que soy madre, le voy a preguntar a un especialista
de la vida que conozco, por este asunto. Romeo y yo tenemos una libreta con
preguntas para especialistas de la vida. Gente que conocemos experta en temas, acerca
de los cuales nos surgen dudas y preguntas. Jesús trabajó muchos años con
frigoríficos.
Mi madre A me ha repetido tantas
veces tantas cosas cuando era niña y luego más tarde, que ahora cuando yo le
repito mucho algo a Romeo, me denomino a mí misma madre pesada. Por eso tengo un
cartel en el baño donde he escrito: "decimos las cosas una sola vez para no cansar ni
cansarnos". Sin embargo, Romeo hace poco lo tachó. Creo que a Romeo le gusta que
le diga las cosas varias veces. Como si fuera una música que acompañara sus
movimientos: Romeo los dientes, Romeo recoge, ¿has preparado la mochila?, no saltes en la cama (esta mañana me he visto diciéndole que se estropeaban los muelles, cuando ni sé si las camas de ahora tienen muelles)… Y creo que yo necesito decir las cosas varias veces. Quizás como
le pasaba y le pasa a mi madre. No porque me guste, sino por la necesidad de
control. Ese control que necesito como madre, de que nada perturbe el bienestar de mi hijo ni el mío. Al repetirlo no lo dejo en el olvido. Quiero quitarme esa manía de madre agotadora.
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