martes, 4 de junio de 2019

Comedear



-Mamá, ¿por qué no escribes algo sobre Romeo y la cuchara pequeña?
-Pues sí, algún día lo haré.
Mientras tanto, me urge escribir sobre la prohibición que existe en el colegio de Romeo acerca de meter objetos de fuera en el comedor. Así me contestó la responsable del mismo cuando le pregunté si Romeo podía llevarse su propia cuchara y tenedor. Hoy vuelvo a pensar en ello porque es el primer día que Romeo va a comer allí con un aparato que le han puesto en la boca. Se lo instalaron ayer y esta mañana desayunando hemos descubierto que le facilita mucho tener un cepillo al lado cuando se le queda la comida pegada a los hierros del paladar. Enseguida me ha recordado que no podía llevárselo al comedor del colegio. Por lo visto, es más importante facilitar el trabajo de los acompañantes que acompañar a la persona en cuestión. Paradojas de la vida. Por eso lo de que no puedan tampoco cepillarse los dientes después de almorzar. (Otro día escribo sobre ello).
Por si fuera poco, ayer me contó Romeo que a pesar de avisar que no se iba a comer las judías, se las sirvieron en el plato y que luego todo lo que sobra lo tiran. Pues otra máxima del comedor es que tampoco se puede sacar nada de dentro. Osea que si la fruta después de comer le sienta mal, no se la puede llevar para comérsela más tarde.
Hoy mismo leo:
Claro, pienso, es muy complicado preguntar a cada alumno/a lo que va a comer y en función de eso actuar. Es más fácil poner a todos lo mismo, aunque nos quedemos sin planeta.




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