jueves, 6 de febrero de 2025

Leer libros libres

 

El otro día fui a un club de lectura con un escritor que no conocía mucho, pero que había escrito un libro que tenía en mi lista de libros que quería leer y que después de buscarlo en librerías y bibliotecas, una amiga, la que organizaba el club, me lo dejó. Fue una casualidad-causalidad de esas que me gustan a mí. Que me llegara la convocatoria de dicho club sobre el libro que se escondía de mí. Me encantó conocer al autor, me gustó muchísimo conocer su forma de vivir, su manera de relacionarse con el mundo, escuchar las opiniones de las y los que allí estábamos, compartir ese momento acogedor en un día lluvioso… Pero… No me gustó algo que oí al final. Creo que más bien fue cómo lo escuché, que quizás no fue la intención del autor, decirlo así, o quizás lo dijo así sin pensar porque está en el aire y muchas veces repetimos lo que está en el aire sin pensar. Le dije que su libro me lo había leído dos veces seguidas y que esa sensación me había gustado, que no sé si era un halago porque la primera vez que lo había leído no había entendido mucho y por eso había necesitado leerlo una segunda vez. Cuando terminé de explicarle mi forma de haber leído su libro, dijo que él no escribe bestsellers ni es Carmen Mola. No me gustó que dijera esto sonriendo como menospreciando los bestsellers o a Carmen Mola. Me recordó a los políticos cuando para ensalzar sus glorias atacan al otro. Se me cayó un poquito el mito que acababa de crearme. No creo que sea necesario hablar del otro para hacerlo de uno mismo. Tampoco creo en las etiquetas: bestsellers, infantil, novela negra… etc Sé que tienen su función en el mercado, atraer al público más rápidamente, pero no va conmigo.

Antes de ese día una amiga me mandó un mensaje diciendo que estaba hecha un lío: “cuando consulto la edad recomendada de lectura, acabo bastante confundida porque unos dicen que a partir de 9 y otros que a partir de 12”.

Y antes de esto, mi prima me dijo que me tenía que devolver unos libros que le dejé porque su hija ya estaba en otra “franja lectora”. También me rechinó. Como si los lectores se desplazaran entre franjas lectoras según van creciendo. 

Si leo un libro que llega a mí sin esconderse, no miro si es bestsellers, si es de algún género literario en concreto o está en la estantería de libros juveniles. Pienso que leer es un acto libre y por ende todo lo relacionado con el mismo no debería enmarcarse en franjas ni etiquetas.

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