Leo WhatsApp urgentes cuando
enciendo el móvil (al despertarme) y cuando lo apago (al acostarme). Leo y
contesto el resto cuando trabajo en el Cine, dos días a la semana. En ese
espacio y tiempo me pongo al día y atiendo a mi gente como se merecen. Si no trabajo
en el Cine porque esté de vacaciones o enferma, los leo al despertarme y al
acostarme, uno o dos cada vez o cada día. Tan importante es para mí escuchar
activamente, y no sólo a la persona que tengo delante sino al mundo en general, la vida, que no puedo mirar un WhatsApp cuando el mundo me está hablando. Tampoco
podría contestar de hacerlo así. Cuando lo hago tiene que ser en espacios y
tiempos controlados por mí, siendo muy consciente que estoy haciendo eso,
mirando WhatsApp, mientras el mundo sigue viviendo a mi alrededor.
Me regalaron un teléfono inalámbrico
unas navidades, cuando aún apenas se veían móviles, y lo tuve que descambiar
porque no lo iba a usar. Tampoco me hice con un móvil cuando a mi alrededor crecían
sin parar. Sin embargo, cuando aparecieron los WhatsApp pensé que por fin iba a
tener un soporte rápido y cómodo para mi medio de expresión. Pero si leyera y
contestara todos los Whatsapp que recibo en el momento que los recibo estaría
gran parte del día mirando hacia abajo y con el tiempo acabaría andando a
cuatro patas.
Me gusta escribir más que hablar
y me gusta escuchar también más que hablar. Cuando hablo me gusta que me
escuchen con los seis sentidos activados, porque me supone un esfuerzo sumo y
si no recibo escucha activa y atenta no me merece la pena. Imagino que será por
eso que tampoco desenfundo el móvil cuando tengo a alguien delante.
De toda la gente que conozco y se
relaciona conmigo sólo una persona sabe cómo uso el Whatsapp. Y no es porque
no lo haya explicado una y otra vez, sino porque muy pocos ya usan un
teléfono como teléfono. Mi hijo me mira raro cuando le digo que llame
a su amigo en lugar de escribirle para salir antes de dudas.
El teléfono móvil fue creado para poder comunicarse dentro de un espacio movible y ahora se utiliza para todo. Dice una amiga que en un futuro nuestros hijos "follarán por el móvil". Me veo escribiendo una entrada sobre la desvolución humana y sus descendientes.
Ayer desde la taquilla vi a una
pareja abrazarse sin manos. Como tenían sendos móviles en ellas no se pudieron tocar
con la parte del cuerpo que sirve para tocar.
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