jueves, 1 de mayo de 2025

Comer

La comida, en concreto lo que ingiere y cómo lo ingiere mi hijo es un tema central de nuestra crianza. Bueno, de muchas crianzas, aunque cada una lo trata de forma diferente como es obvio. Me ocupo de que ingiera a lo largo del día alimentos que cubran todos los nutrientes necesarios. Fruta y verdura, proteínas, hidratos de carbono, lácteos. Además, en nuestro caso, muchas veces nos sentimos en la necesidad de limitarle, pues nos parece que si no lo hacemos podría comer hasta el infinito y más allá. Cuando viajamos o vamos de visita a casa de alguien supone un esfuerzo extra pues se dan muchas ocasiones de excepciones, de “un día es un día” … etc en las que el equilibrio alimenticio y el límite sufren alteraciones.  Por si fuera poco, últimamente como está mutando hacia la edad adulta intentan aleccionarme continuamente con “déjale que está creciendo” y cosas así. A lo que yo respondo en mi interior: sí, lo sé, pero no tiene por qué crecer a lo ancho… Cada vez que va a casa de sus yayos o abuelos viene más gordo. “Ha comido muy bien: lasaña de atún, albóndigas y de cena solomillo”. “Ha desayunado como en un hotel: cereales, bollito de leche, tostada, cruasán…”  Yo pongo los ojos en el cielo y pienso: ¡madre mía! esta semana a trabajar de nuevo…  Y: a ver cómo compenso todos esos extras y la falta de nutrientes esenciales (fruta y verdura casi nunca están incluidos en estos banquetes). Reconozco que es un trabajazo, que quizás me ocupo en exceso, pero me ha costado cincuenta años estar bien del estómago y no quiero que a él le pase lo mismo. Me gustaría que aprendiera pronto a nutrirse para crecer equilibradamente y encontrarse a gusto.

En el otro extremo de crianzas hay quien dice cosas como esta: “tenías que haber visto el platazo de puchero que se comió.” Dicho por una abuela orgullosísima de que su nieto coma sin parar. Me llama la atención la obsesión generalizada que hay de parte de las abuelas por que los niños coman mucho. Les llena de orgullo que sus nietos sean comilones.

Otra cosa que me pasa con la comida y mi hijo es que ahora cuando voy a sitios invitada: casas, restaurantes… y le veo comer sin parar un bollo tras otro, una croqueta tras otra… pienso que tengo que comer menos de lo habitual, pues si no va a parecer que somos unos gorrones. Así es que yo adelgazo mientras mi hijo engorda.

 

 


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