miércoles, 5 de noviembre de 2025

Leer

 

La semana pasada me examiné del verbo LEER. Observé cómo desarrollaba esa actividad en mi vida para ser consciente de ese verbo en mi hacer con el fin de mejorar su uso o no.

Me di cuenta de que tengo una lista enorme de libros que quiero leer y que ésta va creciendo cada vez más conforme hablo con gente, leo, escucho... Me di cuenta de que tengo una montaña inmensa de libros en casa que todavía no he leído. Me di cuenta de que casi siempre leo varios libros a la vez. En el momento de dicho examen estaba leyendo cuatro. Me di cuenta de que mi casa está plagada de frases en torno a ese verbo. Como esta: “Leer es pasar la vista por cualquier tipo de representación gráfica comprendiendo su significado o sentido”. Me di cuenta de que ahora me ha dado por dibujar a personas leyendo. Me di cuenta de que el último libro que leí con mi hijo fue Las aventuras de Tom Sawyer y con mi padre Las meditaciones de Marco Aurelio. Los dos han quedado interrumpidos por diversas causas. El primero lo terminé sola y el segundo me cuesta todavía querer terminarlo. Me di cuenta de que he establecido un puente de comunicación con mi padre a través de la lectura: todos los días que nos vemos, le cuento los libros que estoy leyendo. Que la única actividad que no ha dejado de hacer es leer. Lee todo lo que se le presenta por delante: libros, sobres, subtítulos, etiquetas, carteles, luminosos, señales… Me di cuenta de que me encanta leer mientras como un cachito de chocolate negro, como la protagonista de El encanto del erizo. Y me di cuenta de que se puede leer la página de un libro como si de un acróstico se tratara o incluso un libro occidental como si fuera uno japonés, empezar por el final, o como en Rayuela, saltándote capítulos. El otro día escuché un podcast en donde hablaban de leer libros sin leerlos, esto es: leyendo sólo algunas partes. Leer tiene múltiples formas, menos el imperativo. A leer, pienso, no se puede obligar, como tampoco se debe enseñar. Mi mejor amiga se enteró el otro día de que mi hijo aprendió a leer solo y no porque no se lo hubiera contado, sino porque en su imaginario esa realidad no cabe y cuando me oyó no lo escuchó. Hoy mi hijo tenía un examen sobre un libro que se ha tenido que leer (obligado). Esto, pienso, puede  crear un abismo entre cualquier persona y el verbo leer.

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