Tengo una libreta que he titulado
Trucos urbanos. En ella he escrito cosas como “si se carga el móvil en modo
avión tarda menos” o "llevar tupper a un restaurante para guardar la comida que no me como".
Cuando estaba embarazada mi mirada por la ciudad era sobre todo hacia los servicios, un sitio donde poder hacer pis cuando no estuviera en casa. Cuando nació mi hijo también eran baños lo que buscaba, pero con cambiador. Ahora con mi padre también busco sanitarios, pero que sean grandes donde quepamos él y yo. Esa son las gafas que me he colocado para vivir mis circunstancias actuales. El otro día estuve visitando el Frontón Beti Jai y pensé que igual era un buen sitio para llevar a mi padre. Pero nada más entrar vi un enorme cartel que decía: "no hay baños en el recinto". Y pensé que no, que no podía llevar allí a mi padre. O que si le llevaba tenía que hacerme con la referencia de un lugar cercano que tuviera lavabos.
Cuando estaba embarazada aprendí el arte de entrar
en hoteles a hacer pis. Es fácil, pero requiere creérselo. Creerte cliente del
hotel y atravesar la puerta con aire decidido para dirigirte hacia uno de los
pasillos cercanos donde la intuición te diga que están los servicios. Estar embarazada me regaló este aprendizaje y ahora de vez en cuando
lo uso. También sigo mirando cambiadores, pero ahora no los empleo de la misma
manera. Además, me he hecho inmune a las miradas cuando entro al servicio de
hombres o al de mujeres con mi padre. Son aprendizajes de vida que se
convierten en trucos urbanos.
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