lunes, 30 de abril de 2012

Romeo visita un museo


Embarazada ya me paseé entre otros por el Instituto Cervantes para ver la colección de caracolas de Pablo Neruda y desde la barriga le contaba lo que iba viendo. Cuando Romeo tenía pocos meses visité una exposición de jardines impresionistas en la Fundación Caja Madrid. Más tarde visité otras en sitios como el Círculo de Bellas Artes, Fundación ABC, la Casa Encendida o la Biblioteca Regional, que desde que descubrí que los espacios diáfanos de los museos con su suelo de madera bien liso y limpio era buenos lugares para suplir la carencia de espacio de nuestra casa, los he usado para que Romeo gateara a sus anchas. Pero el gran día fue el día que Romeo entró por primera vez en el Museo del Prado invitado por mi tío abuelo Pedro. Enseguida descubrió manzanas y peras en los lienzos y los señalaba desde su carrito o llamaba a los perros que al óleo no se inmutaban. Luego pidió “a juabar” y se paseó por las salas divertido entre las piernas y zapatos de la gente. Afuera correteó esta vez ante la atenta mirada de Velázquez. El otro día le llevé a ver los caballos de Chagall pero no le sorprendieron tanto como pensé, que debe ser que en su imaginario estos son también azules y rojos. Encontró mucho más interesantes las luces del suelo, así es que allí estuvimos resguardados de la lluvia saltando divertidos sobre los focos en una de nuestras casas-museo.

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