Anoche me lo dijo. Estaba en su
cuna, boca abajo como se pone siempre para dormir, con el culo en pompa y
abrazando (más bien estrujando) a su Hipo (su peluche hipopótamo). Estábamos
hablando de papá, de mamá. Creo recordar que repasábamos a todos los miembros
de la familia diciendo donde estaba cada uno de ellos y después dijo: Romeo es
feliz. Me levanté de un golpe y acerqué mi cara a la suya: ¿de verdad?, ¿eres
feliz? Me puse súper contenta y se lo dije. Que para mamá lo más importante era
que fuera feliz, que eso le hacía feliz a ella. Cuando se durmió me puse a ver
El hijo de la novia donde Darín no hace más que recordar las expectativas que
tenía su madre para él y que ahora con el Alzheimer no podía ver lo bien que le
iba en el negocio, aunque no fuera feliz, pero que eso era lo que había querido siempre su
madre, que fuera "alguien importante". Cuando Romeo era bebé le empecé a llamar
niño bonito porque yo le veía muy bonito. Luego pensé que igual de mayor se
hacía un creído y lo cambié por niño feliz, pues pensé que era mejor si se
hacía "un feliz". Ahora le llamo por su nombre, Romeo, y no me ha hecho falta
hacerme mayor para saber que es feliz, anoche me lo dijo.
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