“Con el tiempo se te hace callo”,
me dijo mi prima, y no me lo creía. Me dolía tanto que me parecía mentira que
me pudiera dejar de molestar en algún momento. Cada vez que Romeo mamaba me
dolía, o cuando tenía las tetas llenas de leche. Lo peor fue la primera semana,
lo digo siempre. Pasada esa semana ya fue todo rodado. Esta semana es la
semana de la lactancia materna y me apetecía escribir sobre las tetas a la
carta de Romeo. Los primeros meses, creo recordar, estábamos teta con boca casi
una hora cada vez, en todos los sitos habidos y por haber ("Romeo mama" en El Blog de la mamá excedéntica).
En los viajes nos sentíamos contentísimos de llevar la comida a cuestas, muy
cómodo y barato. Pasado el año Romeo empezó a pedirla: leche, leche, decía, que
le enseñé que lo que salía de mis tetas era leche. Meses antes de cumplir los dos años
empezamos a notar que volvía a despertarse muchísimo por la noche, casi tanto
como cuando tenía meses, y nosotros de nuevo estábamos muy cansados y a veces
irritados por la falta de sueño. Nos planteamos el destete que yo estaba ya agotada de no dormir bien y además echaba de menos tomarme de vez en cuando una
cervecita, aunque por otro lado estaba contentísima de no tener la regla, me
mantenía en forma sin esfuerzo y era una delicia las siestas pegaditos,
pegaditos, aunque fuera por un pezón. Cuando cumplió los dos años lo tuvimos
claro, no podíamos más, queríamos destetarle por la noche al menos, a ver si
así dormíamos mejor. Aunque nos habían dicho que a veces se siguen despertando
igual, aparte que no teníamos claro que los despertares fueran debido a ello.
No obstante y a pesar de que hacía menos de un mes había empezado a ir a la
escuelita (y dicen que no conviene introducirle muchos cambios a la vez), lo hicimos. Una
noche se lo contamos y a la noche siguiente empezamos con el destete nocturno explicándoselo
de nuevo: que a partir de ahora por la noche mamá no le iba a dar leche a Romeo, que por la noche mamá y papá necesitan dormir y descansar y que si Romeo tomaba leche por la noche no podían hacerlo. El enfado fue mayúsculo, pero le duró dos días y luego él mismo
decía: ¡leche noooooo! Y delicia de los dioses. Ahora dormimos del tirón casi
todas las noches (alguna petición ha tenido todavía pero sin mucha
insistencia). Nos despierta muy temprano, eso sí, que cuando él nota el primer
rayito de sol ya está deseando abrir la carta de tetas: por arriba, por abajo (jersey
para arriba, jersey para abajo), la izquierda, la derecha… Esta mañana se ha tirado casi una hora mamando. ¿Habrá notado que anoche me zampé una tableta de chocolate?
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