martes, 20 de noviembre de 2012

Romeo besa


Empezó tirando besitos con la mano que todos a su alrededor recogíamos. Más tarde comenzó a arrimar la mejilla a todo el que le decía: ¿me das un besito? Pero en vez de darlo él, esperaba a recibirlo. Sin embargo, a sus muñecos sí se los daba: Hipo, Mario, Koala… Los abrazaba fuerte y les propiciaba besos y más besos. Con mamá se roza los labios, pero la que da el beso soy yo. Un día le dio un beso a su papá en el carrillo, el trece de marzo de este año. Apuntado queda porque ocurrió dos días después del cumpleaños de mi padre. Ahora escribiendo esto me doy cuenta de la casualidad-causalidad. Mi familia no es nada besucona, la de Carlos sí. En casa de los padres de Carlos llueven besos a todas horas, en la mía hay que mendigarlos. Quizás ese día de cumpleaños le di un beso a mi padre y Romeo lo vio. Ahora papá y mamá se han inventado una fórmula mixta: “un beso sándwich”, que es un beso de los dos a la vez, carita de Romeo en medio. Le gusta mucho. Luego lo quiere hacer él pero no le sale, que sólo pone el moflete pero no da beso. Ayer llegaba su padre de trabajar y Romeo a gritos pedía un "beso tornillo". Ha sido el último invento; un beso en el moflete con aspiración. Además Romeo besa el teléfono cuando se quiere despedir. Nadie, que yo sepa, le dijo que lo tenía que hacer así, invención propia.

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