miércoles, 7 de noviembre de 2012

Romeo decide


El respeto significa no barrenar ni desviar las percepciones, las valoraciones y los procesos de decisión del “legítimo otro”, no perforar las membranas del otro, no perturbar su interacción desde dentro hacia fuera ni sus propios procesos de desarrollo.

En mis comienzos como mamá muchas veces pensaba que sería más fácil si Romeo pudiese hablar para que él decidiera lo que hacer, lo que comer... El primer diálogo que tuve con Romeo fue cuando le pregunté qué quería; si pan o agua, y eligió pan. Hace unos meses, con el entendimiento y el habla adquirido, le pregunté si íbamos a Casablanca, y me dijo que sí. Qué maravilla no tener que elegir, no tener que decidir por él. Este sábado pasado yo me encontraba muy cansada después de una larga siesta con Romeo en casa. Por la mañana habíamos estado fuera y de vuelta a casa se quedó dormido y no pudimos ir al parque como él iba pidiendo de camino: parque, parque, decía. Así es que por la tarde pensé que le apetecería. Ya digo que yo estaba muerta de cansancio y me costaba decidir lo que hacer: si atendía a mi cuerpo prefería quedarme en casa, si pensaba en Romeo pensaba que teníamos que salir. Le pregunté a ver si así salía de dudas y efectivamente Romeo decidió: “a casa”, dijo. Y en casa nos quedamos.

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