Fue hace poco más de un
año cuando Romeo pidió algo por primera vez hablando alto y claro. “Cosita
roja”, dijo. Lo tengo apuntado, pero no me acuerdo qué era esa cosita. Romeo pide “a
subir” cuando quiere que le cojan en brazos; “leche”, cuando quiere que le dé
de mamar; el desayuno por las mañanas elegido entre las opciones que le damos;
los juguetes a los que no alcanza todavía; el especiero que
compramos en Rumanía, que le encanta, y lo ve siempre cuando estamos comiendo;
el aplique de la batidora para darle vueltas sobre su mesa de trona; la bolita
de las infusiones, también para darle vueltas; la bola de nieve de Nueva York,
que sólo la usa con mamá o papá cerca; rotuladores que mamá tiene en el
escritorio; subirse en la cama de los papás cuando abren el canapé (ahora se
sube sólo, pero pide que le cerremos el canapé con él encima); subir al columpio
de su habitación; “a subir con papá para ver los números que es y ver la luna”
por la noche antes de dormir, para ver los números de las canciones en el radiocasete y despedirse de la luna. Me encanta saber de las peticiones de Romeo. Me
encanta observar cómo va construyendo su persona fuera del ámbito de mamá y papá.
También me gusta ver cómo atiende a mis peticiones, aquellas que le reconfortan
y hacen que todos estemos bien: tirar el pañal a la basura, darme un beso,
guardar los juguetes… Me pongo nerviosa cuando no atiende a algo que le pido, pero rápidamente buceo con la mente en las lecturas que me siguen en esta tarea de acompañar a mi hijo (http://laaventuradelavida.net/docentes-y-familias/la-familia/comunicacion-no-violenta/) y respiro hondo: ¡qué ayuda, qué alivio!
2 comentarios:
Qué bien poder seguir todas las aventuras y novedades de Romeo!me encantan!
Me alegro. No hay cosa que me haga más feliz que compartirlo y que encima guste. bs
Publicar un comentario