Noooo… ¡Es un engaño!
Dice Romeo. Imagino que lo oiría de alguien, pero no lo recuerdo. El caso es
que Romeo cuando gasta una broma dice que engaña. Le gusta decir cosas que a
nuestros ojos no son, o inventarse su realidad y luego decir que es un engaño. Desde
el principio recuerdo el tema de las bromas, los chistes, el engaño… como algo
delicado a tratar con él. No sé hasta qué punto le podía ayudar o dañar en su
día a día. Sin embargo, a mí que siempre me ha gustado la palabra y el concepto
de mágico, se lo quiero transmitir así a mi hijo, que el mundo es algo mágico y
maravilloso, donde la realidad es variada como variadas son las personas. Pero
a la vez voy con cuidado cuando uso esta palabra, no sé muy bien por qué. Igualmente
darle un susto y aparecer por sorpresa me apeteció muchas veces, pero me contenía,
pues no sabía muy bien cómo iba a reaccionar. La primera vez que nos engañó fue
cuando le preguntamos de qué color le había pintado Momo la cara. Dijo que
marrón y al rato rectificó: noooo, negro… ¡Es un engaño! Nos hizo mucha gracia
y luego se convirtió en coletilla para antes de irse a dormir. Romeo tiene un
cajón mágico donde guardamos múltiples cosas que él reúsa a su manera y desde que aprendió con su tía a desaparecer debajo de una manta jugamos a escondernos y a dar sustos.
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