Puede ser una etapa, de
esas que me dice tanta gente, que los niños están llenos de etapas parece ser. Y
yo me imagino a Picasso con sus etapas Rosa, Azul… El caso es que Romeo pocas
veces me pide salir a la calle y cuando le pregunto si quiere contesta que no.
Cuando empezó a ir a “Momo”, pensé: claro, estará cansado de estar toda la
mañana jugando fuera de casa. Pero luego me di cuenta que también le sucedía
cuando no íbamos a “Momo”: los fines de semana o en fiestas. Yo soy muy casera.
Quizás sea por eso. Aunque también soy muy curiosa y me gusta conocer el mundo.
Total, que estoy en continua contradicción siempre. Menos mal que está Romeo
para mirarme a los ojos y con esos ojitos verdes preciosos, no, preciosísimos
que tiene, decirme: nos quedamos en casa. Y entonces sé que eso es lo que en el
fondo me pide el cuerpo. Un tiempo me dio por pensar que como le gustaban mucho
los puzles, los números, los cuentos… y esas son cosas caseras, por eso quería
estar en casa. Pero ahora que ha empezado a moverse más tampoco pide salir.
Este es otro aprendizaje que me regala Romeo día a día: conectar con mi fondo,
con lo que me pide el cuerpo. Mirarle a los ojos es ver ese fondo.
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