jueves, 23 de mayo de 2013

Romeo no quiere salir


 
Puede ser una etapa, de esas que me dice tanta gente, que los niños están llenos de etapas parece ser. Y yo me imagino a Picasso con sus etapas Rosa, Azul… El caso es que Romeo pocas veces me pide salir a la calle y cuando le pregunto si quiere contesta que no. Cuando empezó a ir a “Momo”, pensé: claro, estará cansado de estar toda la mañana jugando fuera de casa. Pero luego me di cuenta que también le sucedía cuando no íbamos a “Momo”: los fines de semana o en fiestas. Yo soy muy casera. Quizás sea por eso. Aunque también soy muy curiosa y me gusta conocer el mundo. Total, que estoy en continua contradicción siempre. Menos mal que está Romeo para mirarme a los ojos y con esos ojitos verdes preciosos, no, preciosísimos que tiene, decirme: nos quedamos en casa. Y entonces sé que eso es lo que en el fondo me pide el cuerpo. Un tiempo me dio por pensar que como le gustaban mucho los puzles, los números, los cuentos… y esas son cosas caseras, por eso quería estar en casa. Pero ahora que ha empezado a moverse más tampoco pide salir. Este es otro aprendizaje que me regala Romeo día a día: conectar con mi fondo, con lo que me pide el cuerpo. Mirarle a los ojos es ver ese fondo.

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