miércoles, 8 de mayo de 2013

Romeo tiene frío


 

En eso se parece a mí. Yo siempre le tapo mientras su padre siempre le destapa. Sin embargo, casi nunca dice que tiene frío, salvo cuando le da el aire en la cara. Entonces sí, desde el carrito me pide que le tape con una manta. Hace poco por la noche también lo dijo: se despertó y dijo que tenía frío. Nunca quiere que le quitemos la ropa que lleva puesta: camisetas, jerséis, chaquetas… lo que sea, aunque el día haya avanzado y con él el calor. Parece que nunca tiene calor. Mientras sus compañeros se desnudan con una facilidad pasmosa, Romeo permanece con toda la ropa puesta a todas horas. Su padre se ha dado cuenta que se hace un lío con estos dos conceptos: frío y calor. El otro día tocaba el brazo de su padre que estaba frío con su mano calentita y decía: ¡uy qué caliente! Después su padre le tocaba con la mano caliente su pierna helada y decía: ¡uy qué fría tienes la mano! Esa es otra de las cosas que he aprendido de Romeo: que los adjetivos son muy personales, que por mucho que yo le diga que una cosa es roja, si él la ve azul, será azul

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