Hay una costumbre extendida
de hablar delante de los niños como si ellos no estuvieran presentes. ¿Ha
merendado? por ejemplo, le pregunto a mi madre en vez de preguntárselo
a él. Recuerdo que leí esto al poco de nacer Romeo y a pesar de tenerlo
presente, me cuesta llevarlo a cabo. Entender que un hijo aunque sea más bajito,
escucha y habla como un ser humano. Quizás creo que no está cuando está.
Recuerdo una vez, cuando Romeo todavía apenas hablaba, que tras colgar el
teléfono después de hablar con mi madre, me dijo vuelta. Le había comentado a
mi madre que saldría con él a dar una vuelta y él había estado atento a nuestra
conversación y la había entendido perfectamente. Me dejó boquiabierta. El otro
día, comiendo en casa de los yayos, otra escena: se levantó de la mesa porque
ya había terminado, pero, como dijo la yaya, “había dejado la oreja sobre ella”,
pues nada más pronunciar la palabra postre
salió de la habitación de los juguetes directo al comedor pidiendo su postre. Su
padre y yo a veces hablamos “entrelíneas” o en inglés porque creemos que así no
se entera. Pero nada más lejos de la realidad. Se entera de todo. Pienso lo
mismo cuando dormido él en su cuarto su padre y yo discutimos. Hablamos de todo
lo que no hemos podido hablar durante el día y me da por pensar que esta vez
Romeo está cuando no está.
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