martes, 23 de septiembre de 2014

Romeo come churros


 

Ayer su padre trajo porras y churros para desayunar. Cogió una porra con una mano y con un churro en la otra metió los dos a la vez en su tazón de chocolate. Primero una cosa y cuando te la  acabes comes otra, le decimos siempre. Pero nos pilló hablando y no nos dimos cuenta. Así es que así se los comió, a la vez. Recuerdo los desayunos en Valor cuando era más pequeño. Se bañaba en chocolate y el churro lo zarandeaba de tal manera que estar a su lado daba miedo. Un señor le dijo una vez que daba gusto verle comer los churros, que cómo se estaba poniendo. En el pueblo de mi padre se llaman calentitos y están deliciosos. Un invierno allí los tomamos y Romeo se puso las botas. Como le gustan. También en Peloche, nuestro otro pueblo, los tomamos y Romeo de lo que le gustan no quería esperar a que se enfriaran. Tuvimos que pedir más. De lazo, calentitos, estilo porras… De todas las maneras le gustan a Romeo los churros. O le gustaban, que ahora de vez en cuando no le apetecen y me sorprendo. Aunque no sé por qué, que el gusto, como La Tierra, también cambia.

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