Lo tengo
apuntado, fue el 11-11-12, cuando Romeo por primera vez dijo los números en
inglés. Una amiga, Raffaela, le había regalado en su segundo cumpleaños un
cuento con los números del uno al diez en inglés y de tanto verlo se los
aprendió.
Después vino la
película de Robin Hood que tanto le gustó y tantas veces se ha visto. "Shutting",
dice.
Estos días tengo
conversaciones en torno a la educación de Romeo. Recuerdo en una sesión
pedagógica del año pasado cómo se habló de la obsesión que hay ahora porque los
niños aprendan inglés. Todo derivado de la carencia sufrida por los padres de
esos niños. Los padres de esos niños aprendimos en el colegio, mejor dicho no
aprendimos, un idioma extranjero, inglés o francés. Los que tuvimos más suerte,
o peor, nos llevaron a Inglaterra, nos apuntaron al Instituto Británico o nos
dieron clases particulares de inglés. Pero seguíamos sin aprender ni una pizca
de inglés porque no estaba en nosotros el interés por aprenderlo
(independientemente del sistema para hacerlo), sino en nuestros padres, que
quizás se habían topado con trabas laborales o viajeras por no saber inglés. Yo
aprendí inglés cuando me interesó aprenderlo, cuando quise viajar y quise
comunicarme en esos viajes, no antes, a pesar de todo el tiempo y dinero
gastado. Por eso no me pre-ocupo porque Romeo hable inglés, entre otras cosas
porque no sé cómo va a ser el mundo de Romeo más adelante. Ahora sé que le
interesa el inglés de las películas que le ponemos y el de los cuentos que
vemos. El otro ya llegará si tiene que llegar.
Aparte, pienso, que la
única manera de que una persona aprenda a hablar un idioma nuevo es hablándolo
y sólo se habla cuando quieres hacerlo. Si no quieres, por mucho que te
intenten enseñar, no lo aprendes. Como todo, pienso, en esta vida.
Por otro lado me llegan
informaciones de que la disposición del niño para los idiomas es mucho mejor
en edades tempranas que más adelante. Tenemos la suerte de que en nuestro proyecto de vida a
medio plazo contemplamos vivir en el extranjero y que será ahí cuando Romeo
pueda beneficiarse de esa fácil disposición de ahora. Nos apetece por nosotros,
por él. Pero sin pre-ocupaciones, sin pensar en futuros que desconocemos, sino
porque nos apetece ahora por el ahora.
No sabemos si Romeo
querrá hablar cuando vivamos en otro país, pero sí sabemos que le queremos
hacer ese regalo: vivir en el extranjero. Luego que él lo use a su manera, pues
como dice mi refrán: "a regalo regalado mira todo lo que lo tengas que mirar y si
no te sirve, reciclaló".
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