Últimamente Romeo finge
cansancio varias veces al día. Digo finge, y no muestra o expresa, porque él
mismo nos explica que es así. Se tira al suelo, se tumba en sillones, me pide
que le coja… hasta que de repente algo le hace dirigirse al baño y por fin hace
caca. Entonces resurge otro Romeo, totalmente distinto al anterior: corre,
brinca, baila… Le preguntamos por el cansancio y dice que ya no está cansado,
que era una broma.
La primera vez que
Romeo fingió fue con una mueca de llanto. Me llamó la atención porque ese es un
tema que hemos observado y sobre el que hemos reflexionado: la consecución de
un resultado esperado mediante la “máscara”, el convertirte en algo que en un
momento no eres para conseguir algo. Me había dado cuenta que muchos niños y
niñas fingen llorar para conseguir algo de sus padres y yo no quería eso para
Romeo. Quiero que si me pide algo lo haga sin “máscara”, que me lo pida
directamente. Así me gustaría hasta el fin de mis días. Ya sea que le coja en
brazos, que le abrace, le de besos, le compre algo, le de alguna cosa o lo que
sea, que me lo pida directamente sin intermediarios. Sin embargo, también me di
cuenta que esa manera de fingir de Romeo, con ese llanto cuando era bebé,
también era una manera de pedirlo directamente, que con palabras no sabía. Ahora
las sabe, pues hemos ido subtitulando sus peticiones “enmascaradas” y
conseguido que el diálogo sea directo, sin fingimientos. Pero ayer Romeo de nuevo jugó al juego de fingir.
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