Recuerdo la primera vez
que Romeo cocinó conmigo. Hicimos magdalenas un 22-1. Lo que más le gustó fue
cascar los huevos y echarlos en la fuente. Al principio yo le sujetaba la mano
por temor a que lo hiciera demasiado fuerte y cayeran las cáscaras, después ya
lo hizo él solo. Lo que no le gustó fue tocar la masa con las manos. Además de
magdalenas desde que Romeo cocina hemos hecho galletas, bizcochos, panes,
tartas, croquetas, torrijas… Hemos ido perfeccionando la técnica y ahora
tenemos hasta gorro y delantal de cocinero cada uno. Me gusta cuando Romeo me
ve cocinar y viene con su sillita a cuestas desde la habitación para subirse a
ella y ayudarme. La última idea ingeniosa ha sido poner su cocinita de juguete
en la cocina y le gusta cocinar de "mentira" mientras yo cocino de verdad. También
me gusta cuando me cuenta sus ideas de comidas: “naranjas con pimiento y ajo
más sopa”. Un día creo que voy a escribir un libro de recetas con sus ideas,
igual así arreglo el mundo.
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