Hace poco le dijimos que ya no
podía saltar en su cama y se llevó un disgusto. Es una cama que tiene muchos
años y con los impactos peligra. Sin embargo, puede seguir saltando en la cama
de los papás y en el sofá destinado a ello que hay en el salón.
Esta es una actividad que he
observado gusta a muchos niños: saltar en camas y sofás. Supongo que está
dentro de su programa de desarrollo, que alguna función tendrá el salto en el
desarrollo de su motricidad y por ende de todas las áreas de su persona.
4-2-13. Uno de los primeros saltos de Romeo que recuerdo es en la plataforma musical del parque Madrid Río. Por
más que saltaba y saltaba aquello no sonaba, pues Romeo pesaba aún muy poco.
Ahora salta por soleares y aquello no para de sonar.
Después de usar el colchón de su
cuna de cama de amigos, cama viajera, apoya-rodillas para limpiar y no sé qué
más cosas, se ha convertido en trampolín de salto. No tiene más que pedirlo y
el salón se convierte en parque de atracciones.
El salto en las camas es uno de
los juegos que siempre surge también cuando va a otras casas. Precisamente ayer
leíamos un cuento donde aparece una niña saltando sobre su cama porque no tiene
sueño, y la colcha se convierte en una extensa pradera de verdes y marrones, y
empieza a volar, a imaginar…
A primera hora de la mañana Romeo,
“el de las mil caras”, como se llama él últimamente, salta y salta con Samuel y
Mateo K. Será que con el salto se
conectan con el principio de gravedad, se sitúan en el mundo, para luego seguir
desarrollándose en él. Igual que lo hacía cuando empezó a ir a “Momo” dando
vueltas a todas las cosas que se encontraba. Pienso que antes de que nadie se
lo explicara, él sabía que La Tierra daba vueltas y era su manera de conectarse
con ella. Después de eso aparecen otras actividades, pero el salto es lo
primero en el de las mil caras, como la luna.
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