jueves, 3 de noviembre de 2016

Romeo corta




Un tomate el 30-7-13. Fue la primera vez que Romeo cortó con un cuchillo de verdad. No llegaba a los tres años. Recuerdo una charla a la que asistí en “Alavida” que me dejó marcada: en un ambiente relajado el niño es capaz de usar las herramientas que usan los mayores con igual o parecida destreza. Así lo hemos practicado después, con confianza en sus posibilidades, en su desarrollo. Sólo cuando va a otras casas le privan de su uso: no le ponen cuchillo o se lo ponen de plástico temiendo que se pueda hacer daño o haga daño a alguien o algo, por miedo, por falta de confianza. Para mí esta es una de las grandes enfermedades de nuestra sociedad: el miedo. De hecho, exagerando mucho, pienso que si existen los colegios es para educar en el miedo. Nos quieren a todos iguales y bajo control. Claro, que todo esto tiene su razón de ser: que existe un pasado y que si uno no ha recibido confianza tampoco la puede dar, al igual que pasa con el amor. El otro día la maestra de Romeo rechazó unas tijeras que llevaba. Yo lo sabía, que las iba a rechazar, pues en la lista de materiales ponía “tijeras de punta roma”, pero por si acaso lo intenté. Acabó escogiendo unas tijeras de plástico con la punta roma. Claro, que es un colegio y es entendible: una maestra, veinte niños cada uno de su padre y de su madre… Ojalá en un futuro los niños (y los adultos) reciban confianza, no necesiten la búsqueda de una autoridad externa y tengan contacto consigo mismo. Entonces se acabarían muchos males, pienso. 

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