martes, 22 de noviembre de 2016

Romeo pega



Ayer Romeo me pegó. Estaba muy enfadado y los dos nos tratamos mal. Yo le sujeté fuerte el brazo y él intentaba darme. Hoy revisando las acciones de Romeo he visto que el 20-5 de no sé qué año Romeo pegó por primera vez. Es un tema tratado en mi ámbito de crianza, madres amigas. También en una sesión pedagógica de su escuelita salió el tema: “no se pega” es una frase que oímos muchas veces y que no se debería de decir. Yo estoy de acuerdo. En su lugar se debería decir “aquí y ahora no te permito pegar porque en este lugar y en este momento no nos hacemos daño”. Algo así… La cuestión era que si a un niño se le repite constantemente la frase impersonal “no se pega” y el niño la integra como algo suyo, puede darse el caso de que cuando se vea en la necesidad de defenderse: agresión, guerras… etc no lo haga. El error (si es que se trata como tal) estaría en cómo se pone el límite,  no en el límite puesto. En la sesión pedagógica se dijo que el acto de pegar muchas veces es un acto reflejo, que cuando alguien te hace daño, muchas veces, por instinto, te sale pegarle. No es que por ello esté justificado hacer daño, sino que la mejor manera de tratarnos sería hacer consciente en la medida de lo posible el acto de pegar y a partir de ahí actuar. Con el pegar muchos niños llaman la atención de sus madres y padres: si no obtengo atención buena, al menos obtengo atención si pego, aunque sea atención de la mala, con una regañina. También podría ser una manera de descargar tensión. Para eso se inventaron los cojines.

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