“Te voy a explicar”, dijo Romeo
un 14-7 de no sé qué año. Cuando Romeo explica mi mundo se detiene. Le escucho
con mucha atención, le miro a los ojos y de vez en cuando me voy al movimiento de
sus manos. Ayer me explicaba que Veo, veo es un cuento donde hay que
buscar cosas entre las cosas. Esta mañana me ha explicado el juego que se inventó con su padre el domingo. Consistía en tirar la pelota y si la cogía con
las manos no pasaba nada, pero si se le escapaba, su padre tenía que lanzarla de
nuevo con el pie. También me ha explicado este fin de semana que los días de la
semana son siete, que el nombre de uno de ellos corresponde a la luna y el de
otro al sol. Cuando le recogí el martes pasado del cole me explicó que el
número de teléfono 112 corresponde a una boca, una nariz y dos ojos. Ayer en la
cama, antes de dormirse, me explicó que el cielo es agua. Que cuando vemos La
Tierra desde el espacio la vemos casi toda azul, que eso es el azul del agua y
como nosotros estamos ahí, en el medio de todo, cuando miramos el cielo que es
azul, es el agua. Romeo no para de explicarse el mundo aunque haya muchos que
se lo quieran crear.
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