27-12. El mismo día, de otro año, que murió mi
abuela materna apunté que a Romeo le gusta ver fotos. Tengo un álbum con fotos
de él desde el momento que me enteré que estaba embarazada. Todos los cumpleaños
de Romeo lo sacamos. Cuando organizo mis fotos en el ordenador y él está cerca, se aproxima más para, subido a mis piernas, verlas conmigo.
Cuando alguien nos manda una foto al móvil, toca con su dedo en la pantalla para ver si hay
más. Cuando le hago una foto quiere verla al instante. En su sexto cumpleaños
le regalé una cámara analógica que tenía guardada desde hace ocho años, regalo
promocional de algo que no me acuerdo. Como teníamos boda, se puso a hacer
fotos a los novios, pero luego la cámara ocupó lugar en su cajón mágico. Apenas
se ha acordado de ella. Si no fuera porque yo se lo recordaba cuando hemos
hecho alguna excursión, el carrete se nos habría caducado. El otro día lo acabó
con una foto que nos hizo a su padre y a mí con fondo de sierra nevada. Su
estampa haciendo fotos es digna de foto: manitas agarrando la cámara, ojos
entrecerrados, naricilla arrugada y cabeza hacia abajo… Muchas veces me
pregunto qué estará fotografiando. El lunes recogemos el carrete, a ver qué
sale. Pienso que le hará ilusión pero no tanta como a mí, pues ahora la
velocidad de la vida es otra y eso de hacer una foto y no poder verla al
instante le parece raro. Cosas de cajón mágico, sin duda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario