El lunes, 22-5-17, Romeo aprendió
a coser. Me vio coser un pantalón suyo y dijo que quería coserlo él. Cogió la
aguja y pasó el hilo con mucho empeño y fijación. Era una delicia ver desde arriba su carita apretando la boca y los dedos cogiendo la aguja todos
apretaditos. Como siempre que veo una escena así, me digo a mí misma que eso
quizás no lo volveré a ver nunca. Ese instante irrepetible de Romeo lo grabo en
la memoria, a veces lo fotografío y siempre lo escribo por aquí.
Mi abuela era modista. Mi tía María me
lo ha contado de la manera que sigue. Por alguna prenda que hizo (en los pueblos todo se sabe) cogió
"fama". La vinieron a buscar a su casa para que fuera a hacer un abrigo a una "casa
de ricos". Con sus tijeras y sus avíos,
allí se presentó Manola "la modista". Al verla tan chica le dieron unos percales
para "hacer unas batitas monas". Pero la señora quedó tan contenta de
los vestiditos, que entonces sí que le sacaron el paño para que hiciera el
abrigo que habían visto en una tienda de modas de Córdoba. En aquella casa se quedó hasta que se casó y se fue del
pueblo. Hacía toda la ropa de la señora y de los niños.
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