Fue el 1-2- 13 cuando Romeo dijo
la hora por primera vez, pero no recuerdo cómo. Este año, antes de irnos de
vacaciones, empezó a mostrar interés por el tiempo. No sé cuál fue el detonante
que le activó este interés, aunque sospecho que debió ser por sus vivencias de
“Momo”. Una vez una familia comentó que su hija estaba especialmente interesada
en saber qué iba a pasar o cuales eran los planes de futuro inmediato.
Necesitaba saber a dónde iba a ir después de “Momo”, con qué amigo iba a
compartir la tarde… En las recogidas oigo cómo entre unos y otros se cuentan
dónde van a ir, con quién van a comer… En casa nosotros hablamos del
“plannning” diario a la hora del desayuno.
También en torno al tema del
tiempo hace poco le tuve que explicar que un minuto tiene sesenta segundos.
Desde entonces cada vez que le digo tantos minutos, dice que se va a poner a
contar tantas veces sesenta, y lo hace… Hasta que se cansa. Ahora, además, cada
vez que le digo que “en un segundo acabo”, cuenta “uno” y como no haya acabado
me dice: “mamá, no era un segundo”.
A un amigo suyo le han regalado
un reloj digital hace poco. Romeo ha usado por primera vez un reloj este
verano. En Ecuador, en el Tambo de Pestalozzi donde hemos estado alojados una
semana. Era el reloj de la cocina y cada vez que decidíamos salir, anunciábamos
a qué hora lo íbamos a hacer señalando las manecillas del reloj.
Todavía no sé cómo se le estará
ordenando el tiempo en la cabeza: aquello de que cada espacio entre los números
del reloj tiene cinco minutos, que un día tiene veinticuatro horas, que una
hora tiene sesenta minutos… Poco a poco va componiendo el universo en su
cabeza.
Ayer cuando llegábamos a casa a
las nueve de la noche nos preguntó que si en primavera, otoño o invierno a esa
misma hora sería de noche. También nos ha preguntado que por qué el sol y la
luna nos siguen todo el rato y que si “finde” quiere decir fin de semana. Que
si el fin de semana son el sábado y el domingo. Que si ya es por la tarde… Por
las mañanas cuando abre un ojo y ve luz dice que ya es de día. Siempre ha sido
nuestro mejor despertador. Después va a “Momo”, un lugar donde el tiempo se
detiene.
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