Me sorprendió la primera vez que
Romeo emitió una queja de molestia. Íbamos en la bicicleta y le di con el pedal
en sus piececitos que iban colgando detrás de mí. Desde aquel día lo tuve muy
en cuenta y siempre procuré no darle o decirle que los colocara de otra manera.
Me gustó saber que Romeo se molestaba por algo y me lo decía. Esto último me
encantó. Así se construye una relación, pensé.
Cuando vamos a restaurantes le
molesta que le pongan cuchara pequeña. No lo soporta. Entonces pide una cuchara
sopera, aunque sea para comer un helado. La pide él y yo me callo hasta que el
camarero me mira. No sé por qué lo harán todos así: por qué interperlarán al padre o
madre en vez de preguntar al niño. Entonces, explico que tiene
alergia a las cucharas pequeñas porque si digo que le molesta creo que no lo
van a entender. Yo tampoco.
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