Ayer me preguntó Romeo si los
Reyes Magos tienen todos los juguetes del mundo, si tardan tanto en llegar (debí preguntarle que desde cuándo pensaba él estaban viajando) y
por qué nunca les vemos.
La semana pasada me contó que su
profesora les ha dicho que van a escribir una carta a los Reyes Magos, en la que
tienen que poner una cosa material (él escribirá una Nintendo) y algo que deseen
ocurra (él pedirá que aparezca su bolsa de la piscina).
Todas las navidades desde que
tenía cuatro años escribe la carta a los Reyes Magos. Las primeras fueron
dibujos, huevos Kínder pintaba siempre. El año pasado empleó letras: un Aipad.
La primera carta la echó en un buzón
de un paje que había llegado a Conde Duque. El segundo año fue en el buzón que
habían puesto para los Reyes Magos en un supermercado. Y el año pasado en
uno de una tienda de juguetes.
Este año me ha dicho que en la
mía tengo que pedir un juguete para jugar con él.
Creo que está cerca el día que le
tenga que decir que la realidad también está en las historias inventadas. Que
me gustan mucho las fiestas y tradiciones populares, aunque eso ya lo sabe.
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