Fue en octubre del 2015 cuando
hizo por primera vez su maleta. Nos íbamos a la playa. Desde entonces no la ha
vuelto a hacer.
Son de esas cosas que vamos
incorporando a su vida y él, que está ojo avizor sobre las intenciones de papá y mamá tan
pendientes de su desarrollo, a veces deja añadir y otras no. Normalmente le
hago yo la maleta y ese día me pareció que ya podía elegir sus propias cosas
para llevarse a la playa. Imagino que la haría bajo mi supervisión.
Para su
cumple, este año, un amigo nuestro le envió una maleta mágica desde
Barcelona. Mágica porque eso ponía en una pegatina y porque estaba
llena de regalos. ¡Menuda sorpresa! La ha estrenado en el último viaje que
hemos hecho. Pero no la preparó él. No quiso y a mí no me apeteció discutir ese
día. Me viene a la mente la frase de un amigo que dice que él no hace nada en
esta vida que no quiera hacer. Hasta cuando limpia, que no le gusta, sabe sacar
lo positivo y lo disfruta. Yo adopté esa idea y si Romeo la adoptase creo que
en breve hará su maleta. Ahora bien, por ahora las maletas no vienen con
botoncitos ni pantallas que nos hagan correr y saltar obstáculos, tampoco la ropa. Entre vivir y jugar, siempre, vivir jugando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario