Tenemos ciertos hábitos diarios
adquiridos con el tiempo que Romeo también va sumando en su día a día. Unas
veces la incorporación es idéntica a la nuestra y otras veces hace una
recreación de la misma. Romeo se lava la cara después de lavarse los dientes y
antes de echarse crema protectora. En ocasiones se le olvida y yo al ver gordas legañas en sus ojos aprovecho un semáforo para, desde la bici,
abrir la botella de agua y restregarle con la mano. Un numerito urbano que sin
duda como espectadora apuntaría en mi libreta de escenas urbanas.
Hay otros hábitos diarios que
hemos perdido con el tiempo y que gracias a Romeo dejamos de restarlos en
nuestro día a día. Uno de ellos es el hecho de estirarnos antes de levantarnos
de la cama. Ver a Romeo hacer tal gesto me recuerda que mis músculos, huesos y
articulaciones agradecen un mínimo de atención antes de ponerlos en movimiento.
Tener hijos para esto… ¡Qué bendición!
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