29-2-16. Cogió una mariquita del
parque y decidió que sería su mascota. En casa la puso en una caja que iba
llenando de cosas: una mesa, un sofá, una tele, comida… Objetos pequeñitos
dotados de nuevo uso en la casa de una mariquita: un botón, un cachito de
cartón, una hoja… Cuando la quería sacar a pasear la colacaba en el gran
libro-álbum de la Edad Media que le regalaron sus abuelos. Allí la mariquita
podía subirse a las almenas de los castillos o encararse a caballeros armados.
Después, cansada y agotada la devolvía a su caja-casa. De vez en cuando la
llevaba de viaje en la Marchenera, nuestra querida furgoneta. Así fue como un
día la mariquita desapareció de nuestras vidas. Se perdió entre los asientos y
nunca más supimos de ella.
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