Cuando A come, no le
gusta que nadie se levante de la mesa en la que él está comiendo. No le
disgusta si alguien se levanta para coger el pan, retirar un plato, acercar una
fuente… Pero que cada persona se levante a un ritmo propio, diferente unos de
otros, no le agrada. No le gusta que los comensales abandonen la mesa a distinto
tiempo. Prefiere comer solo a que ocurra esto.
A mí me gustan las comidas tranquilas con largas sobremesas en las que se
habla y se escucha. Mi padre A prefiere las comidas con
ruido de fondo (telediario o radio) y sin sobremesa, para irse inmediatamente a
dormir la siesta.
A mi hijo Romeo le gusta comer acompañado y
levantarse rápido para ir a jugar o ver la tele.
Son tres maneras de hacer
totalmente distintas. Cada una “de su
padre y de su madre”, o cada una acorde a un ritmo y necesidades personales, circunstancias que nos rodean… etc La diferencia estriba en cuanto de difícil se
nos hace a cada uno aceptar la manera del otro cuando estamos en la misma mesa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario