Mi padre A (como muchos) pretende una misión en
la vida de sus descendientes: “salir adelante”, “conseguir un trabajo”, “ser
alguien”, “ganarse la vida”. Toda conversación que nace de él gira en torno a
esto y la política. Imagino que, al igual que yo tengo la mía con Romeo (que
sea él mismo), su gran pre ocupación es esa. Y que ambas, aunque parecen distintas, tienen como fin último la supervivencia.
De pequeña me dijo que no
entendía por qué me tenía que dar la enhorabuena por sacar buenas notas, que
eso era como felicitarme por respirar. Yo que estudiaba porque eso les gustaba
a mis padres y buscaba su reconocimiento así, me sentí dolida.
También me dijo un día, cuando yo
estaba hasta las narices de estudiar, que siguiera estudiando. Que si no quería
un trabajo de barrendera en un futuro, tenía que estudiar. He visto a
barrenderos muy felices. Yo misma, soy muy feliz cuando barro las palomitas del
Cine donde trabajo. La felicidad es parte de mi misión.
Cuando estuvo ingresado en el
hospital y fuimos a visitarle lo primero que le preguntó a Romeo fue:
-¿Qué tal el cole? ¿Aprendes mucho?
-Bien.
Y a mí:
-¿Qué tal Carlos con el trabajo?
-Bien.
Aprender y trabajo son dos
palabras que me han acompañado toda mi vida como un mantra. En casa todo estaba
impregnado de ese aroma hasta el punto de empañar el "algo que te guste" que mis padres siempre han defendido. Pero de esto se hablaba poco o no se hablaba.
Yo ahora no paro de hablar con Romeo de Super Mario. No tengo ni idea de si con eso aprende u obtendrá trabajo, pero sé que le brillan los ojos cuando me habla y que su felicidad presente asegura su supervivencia futura.
Yo ahora no paro de hablar con Romeo de Super Mario. No tengo ni idea de si con eso aprende u obtendrá trabajo, pero sé que le brillan los ojos cuando me habla y que su felicidad presente asegura su supervivencia futura.
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