Me llama la atención el ritmo
basado en las repeticiones: los ciclos lunares, las casualidades, niños que se
parecen a sus padres, las estaciones, personas que hacen lo mismo siempre…
Mi madre A cuando se queda con
Romeo tiene dos actividades para hacer con él: bajar al parque donde le monta
en el tiovivo y llevarle al centro comercial Plaza de Aluche. Me sorprende esta
rutina adoptada entre abuela y nieto, sobre todo por el carácter de A, inquieto
y curioso. Por otra parte, pienso, que es su manera de establecer un vínculo. Les
da seguridad saberse siempre unidos en el mismo espacio y tiempo. Es su
manera rítmica de relacionarse o de asegurarse el bienestar, quizás.
Cuando al día
siguiente me cuentan cómo han empleado el tiempo juntos, me lo relatan todo
como si hubiese sido la primera vez que han bajado corriendo al parque, que han
encontrado el tiovivo cerrado (si era un día de lunes a viernes) o abierto (si era fin
de semana), las fichas que han comprado, lo que le ha gustado dar vueltas… O si
han ido al centro comercial: las veces que se han parado a contemplar la cruz
verde de la farmacia mientras se encendía y apagaba, las bolas que han sacado
de las maquinitas… Yo escucho sorprendida de ver cómo improvisan algo tan ensayado y alucinada por lo que supondría para
mí que mi abuela hiciera conmigo todos los días lo mismo, o repetir cada momento con mi nieto. Pero, claro, no tengo seis años y tampoco soy abuela. 8-2016.
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