-Qué bien, Romeo está hablando de
vaqueros. Voy a escucharle.
Mi padre A dijo esto un día. Algo se le quedó grabado a Romeo: una idea, un pensamiento,
algo, porque pasado el tiempo me lo ha contado. Que al abuelo le gustan los
vaqueros, que al abuelo le gusta que hable de vaqueros, que el abuelo sólo le
escucha cuando habla de vaqueros…
Ya dije una vez por aquí, que a
veces me parece muy difícil escuchar a un niño. Cuando Romeo me habla de Super
Mario Odyssey yo escucho, pero aguanto poco escuchándole activamente. En diez
minutos mi pensamiento empieza a viajar. Si me doy cuenta, lo retengo para
seguir viendo los ojillos de Romeo brillar a mi lado. Me aterra que, como me ha
pasado a mí, deje de contarme cosas porque ve en mi cara que no me interesa.
Sin embargo, hoy en el autobús me he dado cuenta que no es que no me interese. De hecho me interesa muchísimo
saber que cuando llegas a la zona de la cara oculta puedes adquirir el traje
invisible… Sino que a veces tengo en la cabeza demasiadas cosas y me pierdo los
irrepetibles segundos de vida de mi hijo. El traje invisible en la cara oculta
de la luna, permite que mi pensamiento viaje mucho más allá de lo que yo sola podría
conseguir.
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