Mi padre A toma el té a las cinco,
cuando se despierta de la siesta. No sé de dónde le viene esta costumbre, pues
nunca ha vivido en Inglatera, salvo una semana algunos meses antes de nacer yo.
Quizás la adoptó ahí, la costumbre, en forma de “cosas a hacer antes de que
nazca mi hija y después". No sé. El caso, es que me llama la atención esa rutina
tan inglesa de mi padre andaluz.
Yo vivo con una infusión pegada a
mí a todas horas. En invierno para calentarme, en otoño porque sí, en primavera
para depurarme y en verano para no pasar calor. El resto del año para las
molestias estomacales, para saborear ratitos… Pero nunca me han gustado las
infusiones dulces. Sin embargo, hace poco fui al Salón de Gourmets y una
chica de un puesto llamó mi atención ofreciéndome unos tés fríos. Como
le insistí en mi gusto no azucarado, me ofreció el de mate con baobab y mientras
viajaba por Sudamérica con El Principito me lo terminé. ¡Qué rico, por dios!
Luego me explicó que la marca se llama little
miracles y me encantó lo bucólico del nombre y las mezclas propuestas:
jengibre y naranja, manzana y granada… Además también venden pequeños milagros en
forma de barritas de frutos secos con semillas y zumos. Todo natural, orgánico,
sin azúcar añadido y procedente de comercio justo. A partir de ese día, little miracles ha pasado a formar parte de mi lista de "cosas a hacer...
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