viernes, 26 de octubre de 2018

A aguanta




Mi madre A acompañó a Romeo a un taller de Scratch porque nosotros no podíamos acompañarle ese día. Había muchos más niños y padres de lo habitual en el espacio y no había sillas suficientes. Mi madre se quedó sin silla. Imagino que era la única abuela del lugar, aunque por su presencia, quizás, no aparentaba ser mucho más mayor que los allí presentes. Estuvo más de dos horas de pie, sin sentarse, acompañando a su nieto que manejaba ratón y teclado a ritmo de Scratch. Nadie le ofreció asiento y ella fue incapaz de pedirlo, a pesar de que estaba incómoda y cansada. Tiempo después oí una frase de alguien: “nuestros padres son la generación del sufrimiento”. Como si hubiera generaciones de todo: de mileuristas, de la posguerra…; ahora descubro que mi madre debe pertenecer a esa del sufrimiento que dicen, de las que callan sentimientos y no dejan salir emociones.

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