Hace unos días presencié esta escena:
Mi padre A: ¿qué pasa, no me saludas?
Romeo: He visto Los
Increíbles 2, abuelo.
Mi padre A: ah, pues yo si no me saludas, no te hablo.
Romeo: me ha encantado. ¿Sabes? En la peli….
Romeo emocionado le cuenta a mi padre A la película que ha
visto. Mi padre enfadado porque no le ha dicho hola al entrar en su casa, no le dirige la
palabra e intenta no escucharle. No se da cuenta que es a él y no a otra
persona, de las muchas que estábamos allí, a quien dedica atención exclusiva
nada más verle.
Esta escena con diversas formas la había presenciado ya
otras veces. Hace tiempo oí la palabra automatismo asociada al ser humano y me
horrorizó. Quien hablaba decía que hay ciertos automatismos en la vida
que hay que cumplir: como el saludar a una persona cuando la ves. En este caso, Romeo debía haber dicho hola a mi padre antes de empezar a hablar con él, según
dicho automatismo.
Hace poco me he dado cuenta que me cuesta darme a los demás
sin haberme dado antes a mí misma. Por las mañanas, por ejemplo, necesito un
tiempo de “recomposición” del cuerpo y lugar para luego dar un beso de buenos
días a Romeo o/y a Carlos. Además creo que los besos y los holas dados de
verdad, pues eso, son de verdad.
Maneras distintas de Ser.
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