lunes, 18 de febrero de 2019

A lee


A veces, muy de vez en cuando, informo de cositas de mi vida a mis padres vía guasap. El otro día, respondiendo a su pregunta “¿Qué tal estáis?”, les conté que me habían hecho un regalo en una librería por haberles mandado un texto. A continuación adjunté la foto de los libros y regalos. Inmediatamente mi madre A me felicitó por el premio y mi tía me mandó un mensaje para lo mismo. Intuí que se creyeron que había ganado un concurso y por eso las corregí. Efectivamente, eso habían pensado.
Me acuerdo de mi “profe” de escucha activa (arte de comunicarse bien para relacionarse mejor) y pienso que la sociedad necesita también profes de lectura activa. Encuentro a muy poca gente que escuche. Encuentro a muchos que escuchan lo que quieren, o mejor dicho que escuchan adaptando lo oído a lo que tienen en su cabeza. Lo mismo me ha pasado últimamente con la lectura. Es decir, me encuentro con gente que lee adaptando lo leído a lo que tienen en su cabeza: a sus deseos, intereses, ideas…   Esto me irrita.
Por otra parte, pienso en los libros, en el cine, incluso en la música… Cada libro es diferente según quien lo lea, pues lo adapta a lo que tiene en la cabeza. Lo mismo pasa con el cine. Lo mismo con la música… Estos días Romeo canta sin parar una versión que ha hecho alguien de una canción de Lady Gaga. Por mucho que oiga la original, la que está en su cabeza es la versión que por afinidad de temas le ha atrapado. Esto me encanta.
Sin embargo, creo que lo que me ha llevado a escribir esto, es el anhelo inagotable que tiene mi madre de ver a su hija exitosa. Traducido a otros términos, sería como una madre ansiosa de ver a su hija casada. Este anhelo no le deja ver otras cosas. Yo le transmití mi felicidad por el regalo, pero ella no lo vio (o si lo vio, no supo acompañarlo) por su anhelo insaciable. Por eso la rectifiqué. Ventajas de la lectura activa.

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