jueves, 28 de febrero de 2019

Retear


Veo que últimamente sólo suelto lindezas del tema cole, pero éstas me urgen más soltarlas que las maravillas. Así es que ahí va una.
Ocurrió en la segunda reunión trimestral. Hablando de la lectura. Siento que hay una obsesión generalizada en este país (o en el mundo) porque la gente lea. Como se considera que los niños son recipientes vacíos donde se puede meter de todo, pienso, se empieza por ahí, por los “cachos de carne” que decía mi hijo, moldeándoles para inculcarles como sea esta afición. La tutora nos explicó el funcionamiento de un nuevo recurso que se han inventado para conseguir dicho propósito: carnet de lectura. Cada niño tiene uno, donde va apuntando los libros que lee. Autor, título, editorial, colección, fecha de entrega, resumen del libro, opinión personal de lectura, fecha de devolución. Todo eso se supone que tienen que apuntar. A Romeo no le interesa en absoluto nada que no sea el título, el autor, la forma de los bocadillos y si acaso el número del tomo de Súper Humor que se ha leído. Todo lo demás le sobra.
Pues bien, la tutora decía, que era un reto personal para sus alumnos leer libros, apuntarlos en el carné y luego compartirlos en clase. Que ese era el reto personal que ella valoraba. Atónita me quedé ante este comentario. Me pregunto si sabe lo que es un reto personal. Como su nombre indica, es algo personal, que te marcas tú mismo como meta a superar, no te lo marcan desde fuera. Por otra parte, que valore sólo los retos impuestos por ella y no sea capaz de abrirse a la personalidad de cada uno de ellos con sus propios intereses, aficiones, retos… me entristece. Sin embargo, asumo que es lo que hay, que es un cole recipiente con su tecnología, piscina, comida saludable..., y me callo para luego soltarlo por aquí.  

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