miércoles, 10 de abril de 2019

Cositas de colegio (1)



Pienso que los colegios no deberían existir. Me parecen una institución obsoleta. Dicho esto y porque llevamos a nuestro hijo a un colegio (no nos pusieron una pistola en la cabeza para hacerlo), muchas veces compenso lo que el cole deshace. Otras veces, como ahora, siento la necesidad de ensalzar o ver con ojos amables las cositas bonitas que hacen. Ahí va:
Hace unos días Romeo salió diciéndome que habían conocido a Kevin, un africano que estaba yendo a clases escolares para ponerse al día con el temario de Instituto. Romeo, me lo imagino, escuchó bien atento las historias que Kevin contaba de su país, y luego en el recreo le dieron también leche y bromeó con ellos, me dijo.
Una mamá y un papá habían ido al colegio a hablar a los niños y niñas sobre dos países que conocían: Japón y Egipto. Desayuno egipcio incluido. Me pareció una idea maravillosa.
Otro día Romeo salió entusiasmado contándome que habían tenido un espectáculo de magia en el salón de actos. Me relató varios números. En uno de ellos el mago había hecho aparecer un reloj del color elegido por una niña de su clase.
También sé que un día fueron unos papás biólogos a hablar sobre animales.
Todos los años hacen salidas y, aunque Romeo no llega requeteentusiasmado, sé que en el autobús se lo pasa en grande. Inventa historias con su amigo, juegan al escondite con la ropa, se encuentran tesoros…
Yo lo coloco y el cole…  Como hoy, que por culpa de unas pruebas externas les roban la natación.


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