Empiezo a pensar, como de vez en cuando me ocurre con los médicos y las medicinas, que hay cierto complot entre profesores y
papeleros. A principio de curso le expuse a la tutora mi enfado en
relación al gasto de cuadernos que había hecho Romeo el curso pasado: apenas
una tercera parte de cada cuaderno comprado. No entendía cómo no podían
aprovechar los cuadernos de un curso para otro. Me explicó que estaba en el
curriculum. Para cada curso está especificado qué cuaderno tienen que usar y
que, por ser diferentes en tamaño, líneas, color etc, no se pueden aprovechar de un
curso para otro. Aluciné, pero a la vez me tranquilicé al pensar que había una
razón, muy liviana para mí, pero al menos una razón. A continuación le pregunté
si pensaba que los cuadernos que ella había pedido, según los requeridos
por el curriculum, se iban a gastar en el curso. Me dijo que por supuesto, que
estaba convencida. Ahora, con el curso acabado, tengo delante esos cuadernos.
Los repaso uno a uno y veo que apenas ha usado la mitad de cada uno. Estoy
indignada. Indignada con la falacia a la que somos sometidos los padres año
tras año. Los que creen en el colegio, quizás, piensan que cuanto más gasto más
aprendizaje. A lo mejor eso les mantiene con la venda en los ojos. Yo que no
creo en el colegio, pienso que cuanto más gasto más engaño y me indigno.
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